Diario El Tribuno - Salta, Argentina -
La entrevista/ Katia Gibaja, psicóloga y lingüista en idioma quechua
En el segundo piso del Museo de Arqueología de Alta Montaña (Mitre 77) funciona el Centro de Información Andina, a cargo de Katia Gibaja y de Rubén Gallegos. Aunque los Niños del Llullaillaco todavía son una presencia intangible en el museo, casi todo lo que hay entre esas paredes orbita a su alrededor. Su fascinante estado de conservación, su historia y todo lo que podrán develar en el futuro los convierte en mucho más que un mero "atractivo". Los niños son hoy, indiscutiblemente, uno de los principales interrogantes de la humanidad.
Qué el Centro de Información Andina?
Es un espacio clave del Museo de Arqueología de Alta Montaña, porque cuando las personas salen de ver a los niños necesitan ser contenidas, ya sea porque tienen una consulta, un interrogante o porque se sienten conmocionadas. Porque ver seres humanos de hace 600 años (aunque sea en fotografías) es realmente muy fuerte. Siguiendo un poco la tradición oral andina, Rubén Gallegos y yo, les damos a conocer en forma verbal los trabajos que se están realizando en el museo en forma complementaria; y también les ofrecemos una mirada diferente sobre la arqueología, resaltando los aportes de las ciencias exactas, de la matemática fractal, de la física cuántica, de la geodesia, la arqueo astronomía... Porque hoy las ciencias exactas están dando aportes muy importantes a la historia humana.
Qué relación tienen el museo y los Niños del Llullaillaco con esos nuevos aportes de la ciencias exactas?
Tiene que ver porque nuestras culturas antiguas evidentemente tuvieron un desarrollo muy importante que fue tapado a lo largo de 500 años. Las ciencias humanas simplemente fueron repitiendo los contenidos escritos por los cronistas en el siglo XVI, que eran descendientes de españoles, con un pensamiento greco latino y románico. Ellos no sabían el idioma de nuestros pueblos y no podían interpretar lo que estaban viendo. De esta manera, lo que llegó a nosotros fue una síntesis de teléfono descompuesto.
Así, por ejemplo, los antiguos habitantes de este continente edificaban sus construcciones en espacios altos, desde donde podían contemplar el cielo. Porque ellos decían que el mismo orden que hay en el cosmos, se reproduce en la tierra. Tenían un dominio muy importante del universo profundo. Pero cuando llegan los españoles, interpretan que estas construcciones eran fortalezas para defenderse de algo. Es decir que, en vez de mirar para arriba, nos hicieron mirar para abajo.
Nuestras huacas sagradas generalmente estaban en mitad de una montaña, porque desde allí se divisaba la tierra y el cosmos, los astros, Para los españoles, estos lugares eran cárceles. La mentalidad era totalmente diferente.
En vista de esto, ya desde 1992, se empieza a generar una nueva mirada y a ella se suman las ciencias exactas, que se dan cuenta, por ejemplo, de que nuestras antiguas culturas tenían una escritura que respondía a una geometría fractal. Un solo código es la representación de un libro de casi 500 páginas. Y de acuerdo a investigaciones científicas, nuestra ciencia tenía cerca de 3.500 códigos. Entonces, imagina si no estamos en la génesis de un largo camino de descubrimientos. Recordemos que "Llullaillaco" significa "agua de la memoria".
El MAAM tiene una gran ventaja sobre otros museos porque acá están tres niños incas del siglo XV con todo su ajuar, y realmente son un libro abierto con un mensaje directo de los antepasados. Tenemos que tratar de hacer nuevas lecturas, porque todos estos años se nos han dado muchos elementos distorsionadores de aquella realidad. El idioma es un elemento clave para la comprensión. Por ejemplo, en la lengua quechua existe la palabra "qelqay", que significa "escribir". Eso prueba que estas culturas sí tenían escritura; y no una, sino tres: una estaba en los mantos, otra en petroglifos o cerámicas y otra en los famosos quipus.
Pero los españoles no tenían idea de esto. Ojalá hubieran dicho: "a lo mejor tienen escritura". Pero, no. Directamente nos pusieron el rótulo de ágrafos. Hoy hay libros como "La decodificación de quipus", del ingeniero William Burns Glynn, que nos muestra esta adelantada forma de escribir. Basta con mirar un quipus y un código de barras para tener una comprensión cuantitativa y cualitativa de la escritura del pasado.
Que información nos pueden transmitir los niños del Llullaillaco?
Estos niños que vamos a presentar son nuestros tara - tara abuelos. Y digo "presentar" y no "exponer", porque uno siempre "presenta" a un padre, a una novia, a un hijo... Ellos son la génesis de nuestra cultura, que es a su vez la única cultura del mundo que nos ha dejado un sistema de crioconservación capaz de mantener intactos los cuerpos por m s de 600 años, tal como sucedió con estos niños en el volcán de Llullaillaco. Este sistema de gelación se basa en porcentajes muy precisos de baja temperatura, humedad y nitrógeno -que a 6.739 metros sobre el nivel del mar abunda porque a esa altura hay muchas descargas eléctricas. Los médicos de CUCAI que llevan los órganos para trasplantes también usan nitrógeno para conservarlos.
Los antiguos conocían el efecto de todos estos elementos en forma natural. Nos han dejado cuerpos por casi 600 años en perfecto estado. Nosotros, con toda la tecnología que tenemos, sólo alcanzamos a tener 200 años de conservación.
Cómo se logra revertir esa mirada que sólo ve en los Niños del Llullaillaco a tres cuerpos profanados de sus tumbas?
La primera parte de este hallazgo seguramente ha resultado violenta. Incluso se habló de un nacimiento de los niños por fórceps, porque no fue un parto natural. Esto le dolió mucho sobre todo a la comunidad andina. Pero conociendo cómo ha sido el tratamiento de la recuperación y conservación de estos niños, las comunidades también se han dado cuenta de que estos pequeños tenían que venir a contrarrestar muchos conceptos erróneos que la sociedad tiene sobre los indios.
Nuestro país es anti-indigenista y lo podemos comprobar de muchas formas. Basta con mirar el billete de cien pesos, que lleva la estampa de Julio A. Roca, personaje que convirtió en desierto un lugar que estaba habitado por indios. Incluso la misma palabra "indio" tiene una carga negativa y se la usa como insulto. Frente a esto aparece, por ejemplo, el genetista Daniel Corach, diciendo que el 56% de los argentinos tiene genes indígenas. Con estas contradicciones vivimos.
Y aparecen también, en el volcán Llullaillaco, los famosos indios que nos dejan el desafío de reconstruir un pasado histórico tapado hasta hoy con el asfalto del olvido. Recordemos que hasta hace un tiempo, los manuales escolares tenían apenas dos o tres hojas con información sobre las culturas prehispánicas. Hoy hay un vuelco en esa mirada. Nos damos cuenta de que eran pueblos que tenían una buena calidad de vida, buenas relaciones humanas, avanzada tecnología...
Como mujer andina y quechua hablante, creo que es tiempo de impulsar un cambio de mentalidad, especialmente en los niños. Debemos decirles, por ejemplo, que en el idioma quechua no existen las palabras "ofrenda humana" o "sacrificio humano". Términos que se usaron de entrada para categorizar a los niños del Llullaillaco. As¡ -al igual que se hizo antes, con la cruz y la espada- se sigue destruyendo una cultura haciendo interpretaciones apresuradas. La investigación llevar su tiempo. Necesitamos tener capacidad de espera, porque hoy hemos encontrado una semilla de limón y no podemos pretender tomarnos ya la limonada.
Hemos encontrado algo muy preciado para la humanidad. En la medida que vayamos madurando y comprendiendo la esencia de este hallazgo, empezar n a surgir los verdaderos adjetivos para los niños del Llullaillaco. Desde ya, son una memoria tangible, concreta. Toda la ciencia, epistemológicamente, están trabajando en ella. Ya sabemos, por ejemplo, que los antiguos habitantes de este continente vivían alrededor de 150 años. Esto, gracias a hábitos alimenticios que los hacían inmunes a ciertas enfermedades y les permitían cuidar el "estuche" anatómico de manera especial.
Quiénes están haciendo estas investigaciones?
Hace unos años, por ejemplo, un científico inglés se llevó un cabello de uno de los niños para analizar en él el código alimentario. En Salta se hicieron estudios odontológicos, tomografías computadas... También trabajaron antropólogos, arqueólogos y especialistas peruanos en textiles. Por nuestra parte, en el Centro de Información Andina estamos investigando sobre el aporte lingüístico de la cultura quechua y sobre la importancia de conocer este idioma para entender realmente a nuestros antepasados. Porque no se puede amar lo que no se conoce.
La crioconservación es un concepto que no tenemos incorporado en la mente, así como hace 200 años no estaba incorporado en la mente el concepto de "trenes subterráneos". No podemos simplificar diciendo que son ofrendas o sacrificios.
Es extraño, porque hablas de una proyección temporal que nos obliga a mirar al pasado para comprender el futuro. Algo así como una víbora que se come la cola...
Exactamente, esa es la filosofía andina: el pasado adelante. Por eso decían que había que ir lo suficientemente atrás para proyectarse hacia adelante. Es un concepto difícil de entender. Está presente en las espirales del tiempo que figuran en los diseños precolombinos. En eso están trabajando muchos semióticos.
Los Niños del Llullaillaco fueron anestesiados a partir de tres elementos: la hoja de coca, la chicha y el achiote (ají rojo). Recibieron una anestesia total. Quedaron en una especie de gelación. Las retinas de sus ojos están intactas, su piel es igual a la nuestra, sus órganos internos están en perfecto estado de conservación, el aire de su última inspiración está en sus pulmones. Por eso, no son momias, son Mallki. En el idioma de los antiguos esta palabra significa "ancestro", "semilla" y "procreación".
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