Lic Katia Gibaja visita la Municipalidad del Cusco
ASEGURAN QUE EL ÚLTIMO INCA INSPIRÓ EL IDEARIO DE BELGRANO Y SAN MARTÍN.
Katia Gibaja corrige algunas fechas de la historia oficial, que ignora el proyecto de la "Gran Nación Americana".
Según su investigación, Tupac Amaru estuvo en Argentina cuando se fortaleció la lucha contra los realistas.
Para la investigadora Katia Gibaja (peruana de nacimiento y salteña por adopción), Juan Bautista Condorcanqui Tupac Amaru fue mucho más que la figura elegida por Manuel Belgrano para el "Plan del Inca", un proyecto que impulsaba la restauración de un descendiente de la casa de los Incas en el "trono de las Provincias Unidas de Sudamérica". Un anhelo en el que también se había embarcado José de San Martín.
Para Gibaja, el último inca vivo arribado a Buenos Aires casi por casualidad fue en realidad uno de los principales ideólogos del primer proyecto de integración sudamericana surgido allá por el 1800. Este episodio de nuestra historia, omitido casi por completo en los libros de texto estudiantiles, comenzó a salir a la luz no hace mucho gracias al trabajo de investigadores interesados en que se conozca la "verdadera identidad" de sudamérica.
La historia de Juan Bautista Tupac Amaru es un rompecabezas que poco a poco fue tomando forma. Había nacido en Tungasuca, provincia de Tinta (Cuzco) y era el hermano menor de José Gabriel Condorcanqui Tupac Amaru, líder de la mayor sublevación indoamericana hasta su posterior asesinato.
"Su muerte fue muy cruel. Le arrancaron la lengua y después lo descuartizaron y enviaron sus miembros a Surimana, Pampamarca, Cheqakupe y Tinta, para que todo el mundo aprendiera la lección", contó Gibaja.
Ese 4 de noviembre de 1781, toda la familia Tupac Amaru corrió la misma suerte, pero hubo alguien que se salvó de pura casualidad.
"Juan Bautista fue confundido con un reo común y se salvó del descuartizamiento. Fue apresado y encerrado en Cuzco; y el 22 de noviembre de 1783 fue enviado a un calabozo del Callao. De ahí fue embarcado rumbo a Cádiz", prosiguió Gibaja.
Las pruebas de que el menor de los Tupac Amaru salió vivo de Cuzco están en manos de Katia Gibaja, quien hace poco visitó el Museo Inka de la Universidad Nacional de San Antonio Abad de Cusco. Allí encontró actas donde figuran las listas de los reos deportados a España. Entre los nombres figura el de Juan Bautista y el de un tío suyo de 125 años, que también había sobrevivido a la matanza.
Gibaja es Presidenta de la Fundación Ecos de la Patria Grande y responsable del Centro de Información Andina del Museo de Arqueología de Alta Montaña, actualmente Coordinadora de Acción Cultural y responsable de Calidad de Servicios del mencionado Museo.
Después de pasar cuatro meses en condiciones infrahumanas en Río de Janeiro, los prisioneros partieron rumbo a Cádiz, donde desembarcaron en 1785. De allí, Tupac Amaru fue conducido al Castillo de San Sebastián, donde estuvo 3 años. Luego fue enviado a Ceuta (Africa), donde estuvo encerrado 35 años.
"En 1813 llegó allí el padre Marcos Durán Martel, religioso agustino y revolucionario peruano, que lo ayudó a conseguir su libertad y lo embarcó rumbo a Buenos Aires", narra la investigadora.
Memorias olvidadas
En este punto, Gibaja corrige un dato clave acerca de la historia del último Tupac Amaru. Mientras algunos libros fechan la llegada del inca a la Argentina en el año 1823, ella sostiene que el arribo se produje en realidad el mismo año de su liberación: 1813. Su fuente: las propias memorias escritas por Tupac Amaru, un incunable que muy pocos pudieron consultar.
Los pocos libros que rescatan la figura del último inca dicen simplemente que llegó y que se dedicó a escribir su autobiografía, subsidiado por el Gobierno, pero no se menciona su participación en el ideario revolucionario de la época.
"Establecer como fecha de arribo a Buenos Aires el año 1823 lo deja afuera de hitos importantísimos como el 9 de julio de 1816. Pero sabiendo que estuvo aquí desde 1813, se aclaran muchas cosas", señaló la licenciada en psicología e investigadora.
"Aunque la historia oficial no lo mencione, probablemente Tupac Amaru, el inca que Belgrano quería en el trono de la Monarquía Sudamericana, fue uno de los principales ideólogos del proyecto libertario que se gestó en Argentina. El 8 de julio de 1816, en Tucumán, Belgrano propuso su Plan Inca y sugirió que la capital del reino debía ser el Cuzco", precisó Gibaja.
Sostuvo también que cuando Tupac Amaru llegó a Buenos Aires conoció en persona a Belgrano, San Martín e "incluso -arriesga- debió conocer a Güemes". La amistad con los dos primeros no figura en los libros, pero sí está documentada en las memorias que escribió el inca bajo el título "Cuarenta años de cautiverio" (editada en 1824).
Según Gibaja, la idea de Belgrano no prosperó no porque no tuviera consenso entre el grueso del pueblo y las tropas, sino porque "tuvimos hombres en nuestra historia que eran probritánicos, proitalianos, profranceses. Lo que menos querían era una monarquía inca. Es más, en muchas actas figura que a los morochos de esta tierra les llamaban despectivamente 'los chocolates'".
Un dato importante que habla de la fuerte influencia que debió tener Tupac Amaru en el proyecto libertario es el hecho de que el acta redactada el 9 de julio de 1816 está escrita en aimara, en quechua "y hasta en jeroglíficos del Tiahuanaco".
Gibaja afirmó también que Martín Miguel de Güemes en el Norte argentino y Juana Azurduy de Padilla en Chuquisaca (Bolivia) "sabían de la existencia del inca y apoyaban el proyecto de la integración sudamericana bajo su potestad. En sus ejércitos, además, había muchos descendientes de familias cuzqueñas que habían huido al Sur y que luego poblaron los Valles Calchaquíes", precisó.
Al rescate de la identidad
Hoy se sabe fehacientemente que Juan Bautista Condorcanqui Tupac Amaru, descendiente en séptima generación de los reyes incas, murió en Buenos Aires el 2 de setiembre de 1827, a los 88 años. Sus restos fueron encontrados hace unos meses en el cementerio de Recoleta. En las actas de entierro figura claramente su nombre.
La historia de este personaje increíble se va armando poco a poco, pero más allá del relato puntual de sus periplos, lo valioso es que su vida sirva "para probar que el proyecto de la unidad sudamericana estuvo presente ya desde nuestro pasado amerindio".
"Ese pensamiento que luego enarbolaron héroes mestizos como San Martín y Bolívar es lo que ayudará al pueblo a seguir adelante", expresó Gibaja. "Además es importante saber que Güemes conocía perfectamente la identidad amerindia y que, bajo órdenes de San Martín, luchó por este movimiento de integración nacido en el Cuzco".
"En estos tiempos que nos tocan vivir hay dos sucesos importantísimos para la revisión de nuestra identidad. En el Norte, tres niños de Llullaillaco, de ascendencia inca del siglo XV, aparecen para mostrar quiénes fueron realmente los famosos 'indios' (palabra globalizada por la colonia). Y en el corazón de Buenos Aires aparece un inca de séptima generación que fue protagonista de nuestra emancipación y nuestra historia", concluyó la investigadora.
Dos mensajes atrapados en el tiempo cíclico. Para reflexionar.
(Extraccion de la publicación Diario El Tribuno Salta - 3 Noviembre 2011)
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