Diario El Tribuno. Salta, Argentina.
12 de Mayo de 2006
Katia Gibaja corrige algunas fechas de la historia oficial, que ignora el proyecto de la "Gran Nación Americana".
Según su investigación, Tupac Amaru estuvo en Argentina cuando se fortaleció la lucha contra los realistas.
Para la
investigadora Katia Gibaja (peruana de nacimiento y salteña por
adopción), Juan Bautista Condorcanqui Tupac Amaru fue mucho más que la
figura elegida por Manuel Belgrano para el "Plan del Inca", un proyecto
que impulsaba la restauración de un descendiente de la casa de los Incas
en el "trono de las Provincias Unidas de Sudamérica". Un anhelo en el
que también se había embarcado José de San Martín.
Para Gibaja, el último inca vivo arribado a
Buenos Aires casi por casualidad fue en realidad uno de los principales
ideólogos del primer proyecto de integración sudamericana surgido allá
por el 1800. Este episodio de nuestra historia, omitido casi por
completo en los libros de texto estudiantiles, comenzó a salir a la luz
no hace mucho gracias al trabajo de investigadores interesados en que se
conozca la "verdadera identidad" de sudamérica.
La historia de Juan Bautista
Tupac Amaru es un rompecabezas que poco a poco fue tomando forma. Había
nacido en Tungasuca, provincia de Tinta (Cuzco) y era el hermano menor
de José Gabriel Condorcanqui Tupac Amaru, líder de la mayor sublevación
indoamericana hasta su posterior asesinato.
"Su muerte fue muy cruel. Le
arrancaron la lengua y después lo descuartizaron y enviaron sus
miembros a Surimana, Pampamarca, Cheqakupe y Tinta, para que todo el
mundo aprendiera la lección", contó Gibaja.
Ese 4 de noviembre de 1781,
toda la familia Tupac Amaru corrió la misma suerte, pero hubo alguien
que se salvó de pura casualidad.
"Juan Bautista fue confundido
con un reo común y se salvó del descuartizamiento. Fue apresado y
encerrado en Cuzco; y el 22 de noviembre de 1783 fue enviado a un
calabozo del Callao. De ahí fue embarcado rumbo a Cádiz", prosiguió
Gibaja.
Las pruebas de que el menor de los Tupac Amaru
salió vivo de Cuzco están en manos de Katia Gibaja, quien hace poco
visitó el Museo Inka de la Universidad Nacional de San Antonio Abad de
Cusco. Allí encontró actas donde figuran las listas de los reos
deportados a España. Entre los nombres figura el de Juan Bautista y el
de un tío suyo de 125 años, que también había sobrevivido a la matanza.
Gibaja es Presidenta de la
Fundación Ecos de la Patria Grande y responsable del Centro de
Información Andina del Museo de Arqueología de Alta Montaña.
Después de pasar cuatro
meses en condiciones infrahumanas en Río de Janeiro, los prisioneros
partieron rumbo a Cádiz, donde desembarcaron en 1785. De allí, Tupac
Amaru fue conducido al Castillo de San Sebastián, donde estuvo 3 años.
Luego fue enviado a Ceuta (Africa), donde estuvo encerrado 35 años.
"En 1813 llegó allí el padre
Marcos Durán Martel, religioso agustino y revolucionario peruano, que
lo ayudó a conseguir su libertad y lo embarcó rumbo a Buenos Aires",
narra la investigadora.
Memorias olvidadas
En este punto, Gibaja
corrige un dato clave acerca de la historia del último Tupac Amaru.
Mientras algunos libros fechan la llegada del inca a la Argentina en el
año 1823, ella sostiene que el arribo se produje en realidad el mismo
año de su liberación: 1813. Su fuente: las propias memorias escritas por
Tupac Amaru, un impunable que muy pocos pudieron consultar.
Los pocos libros que
rescatan la figura del último inca dicen simplemente que llegó y que se
dedicó a escribir su autobiografía, subsidiado por el Gobierno, pero no
se menciona su participación en el ideario revolucionario de la época.
"Establecer como fecha de
arribo a Buenos Aires el año 1823 lo deja afuera de hitos
importantísimos como el 9 de julio de 1816. Pero sabiendo que estuvo
aquí desde 1813, se aclaran muchas cosas", señaló la licenciada en
psicología e investigadora.
"Aunque la historia oficial
no lo mencione, probablemente Tupac Amaru, el inca que Belgrano quería
en el trono de la Monarquía Sudamericana, fue uno de los principales
ideólogos del proyecto libertario que se gestó en Argentina. El 8 de
julio de 1816, en Tucumán, Belgrano propuso su Plan Inca y sugirió que
la capital del reino debía ser el Cuzco", precisó Gibaja.
Sostuvo también que
cuando Tupac Amaru llegó a Buenos Aires conoció en persona a Belgrano,
San Martín e "incluso -arriesga- debió conocer a Güemes". La amistad con
los dos primeros no figura en los libros, pero sí está documentada en
las memorias que escribió el inca bajo el título "Cuarenta años de
cautiverio" (editada en 1824).
Según Gibaja, la idea de Belgrano no prosperó no porque no tuviera consenso entre el grueso
del pueblo y las tropas, sino porque "tuvimos hombres en nuestra
historia que eran probritánicos, proitalianos, profranceses. Lo que
menos querían era una monarquía inca. Es más, en muchas actas figura que
a los morochos de esta tierra les llamaban despectivamente 'los
chocolates'".
Un dato importante que habla de la fuerte influencia que debió tener Tupac Amaru en el proyecto
libertario es el hecho de que el acta redactada el 9 de julio de 1816
está escrita en aimara, en quechua "y hasta en jeroglíficos del
Tiahuanaco".
Gibaja afirmó también que Martín Miguel de Güemes en el Norte argentino y Juana Azurduy de
Padilla en Chuquisaca (Bolivia) "sabían de la existencia del inca y
apoyaban el proyecto de la integración sudamericana bajo su potestad. En
sus ejércitos, además, había muchos descendientes de familias cuzqueñas
que habían huido al Sur y que luego poblaron los Valles Calchaquíes",
precisó.
Al rescate de la
identidad
Hoy se sabe
fehacientemente que Juan Bautista Condorcanqui Tupac Amaru, descendiente
en séptima generación de los reyes incas, murió en Buenos Aires el 2 de
setiembre de 1827, a los 88 años. Sus restos fueron encontrados hace
unos meses en el cementerio de Recoleta. En las actas de entierro figura
claramente su nombre.
La historia de este
personaje increíble se va armando poco a poco, pero más allá del relato
puntual de sus periplos, lo valioso es que su vida sirva "para probar
que el proyecto de la unidad sudamericana estuvo presente ya desde
nuestro pasado amerindio".
"Ese pensamiento que luego enarbolaron héroes mestizos como San Martín y Bolívar es lo que
ayudará al pueblo a seguir adelante", expresó Gibaja. "Además es
importante saber que Güemes conocía perfectamente la identidad amerindia
y que, bajo órdenes de San Martín, luchó por este movimiento de
integración nacido en el Cuzco".
"En estos tiempos que nos tocan vivir hay dos sucesos importantísimos para la revisión de
nuestra identidad. En el Norte, tres niños de Llullaillaco, de
ascendencia inca del siglo XV, aparecen para mostrar quiénes fueron
realmente los famosos 'indios' (palabra globalizada por la colonia). Y
en el corazón de Buenos Aires aparece un inca de séptima generación que
fue protagonista de nuestra emancipación y nuestra historia", concluyó
la investigadora.
Dos mensajes atrapados en el tiempo cíclico. Para reflexionar.
1 comentario:
Excelente artículo. Me gustaría mucho utilizarlo, citando la fuente, en mis clases de Introducción al Derecho. Es un tema que abordo junto a la historia del parlamentarismo en América. Conocer el proyecto de Monarquía Inca es fundamental para comprender la unidad cultural que nos nuclea a los latinoamericanos.
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.